La elección o no de las actividades
extraescolares es una decisión complicada que ocupa el pensamiento de los
padres cada comienzo de curso. Hay quienes están a favor y quienes están en
contra. Yo las encuentro indispensables para el desarrollo completo e integral
de los niños.
Los colegios nos ofrecen un amplio abanico
de actividades. Sin embargo, soy partidaria de llevar a los niños al menos a
una actividad fuera del centro escolar, con el fin de que aprendan a
desenvolverse en otros ambientes y salgan de su círculo habitual de amigos.
Integrarse dentro de un grupo de iguales en un ambiente que no es el habitual
(fuera de la familia y la escuela) es muy enriquecedor, pues favorece su
socialización, ayudando a nuestros niños a enfrentarse a diferentes
situaciones en diversos ambientes.
Sentirse un miembro integrado en un grupo
de amigos contribuirá a que desde la infancia asimilen las normas básicas de
convivencia, aprendan a ser empáticos, contrarresten su timidez convirtiéndose
en personas más extrovertidas y seguras de si mismas. Así perderán el
miedo a afrontar nuevas relaciones sociales, comenzando a ampliar su círculo
con sanas relaciones interpersonales.
Las actividades extraescolares, además de
didácticas y socializadoras, también deben ser hobbies para los niños,
actividades que realicen para disfrutar.
Así los niños aprenden a organizar su tiempo de ocio disfrutándolo de un modo saludable. Tener aficiones es
beneficioso para la salud y para la estabilidad psicológica, aumenta la autoestima
de los niños y les ayuda a crecer felices.
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