En primavera, cuando el sol se pone al
atardecer nos deja imágenes maravillosas.
Ver como el sol se pierde en el horizonte,
cambiando el cielo de color, es una experiencia agradable y relajante. Sucede
diariamente, pero resulta sorprendente como pueden cambiar los colores que
vemos, las sensaciones que nos transmite, la sensibilidad que nos despierta…
Una puesta de sol puede ser la guinda de
una velada romántica, nuestra compañera en un momento de melancolía, el
instante inolvidable de un viaje, un plan mágico para el atardecer con nuestros
peques, un minuto que inmortalizar en una magnífica foto...
Es un espectáculo placentero y gratuito… y
hoy pocas cosas lo son. Es un regalo de la naturaleza para nuestros sentidos… ¡Disfrútalo!
Está foto la tomé desde la península de Monterreal en
Baiona.
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