Lo más difícil de la
labor de un padre es conseguir el equilibrio perfecto entre
disciplina y cariño, haciéndose querer sin perder la autoridad.
- Pasa tiempo en compañía de tus hijos. El tiempo es irrecuperable y no hay marcha atrás. Come con ellos, llévalos al colegio, obsérvales mientras juegan, acompáñales al parque, comparte con ellos tus aficiones y las suyas. Reserva cada día un rato para pasar tiempo de calidad con cada uno de tus hijos.
- Demuéstrales tu cariño todos los días. Abrázales y bésales, cógeles de la mano, diles lo mucho que les quieres, dales las buenas noches, pon tu mano en su hombro...
- Hazte respetar. La mejor manera de conseguir el respeto, es enseñarles con el ejemplo, siendo consecuente y congruente entre lo que dices y lo que haces.
- Aprovecha cualquier momento para enseñarles. Experimentad, investigad y aprovecha las oportunidades que se nos ofrecen día a día como recursos para enseñarles el mundo a tus hijos.
- Refuerza a tus hijos de forma positiva. Valora sus ideas, ayúdales a sentirse seguros de si mismos, a madurar, a tener personalidad propia. No les riñas por todo, es mejor ofrecerles un premio si hacen algo bien y no un castigo si se portan mal: obtendrás mejores resultados.
- Sonríeles. A todos nos gusta que nos dediquen una sonrisa y nos guiñen un ojo: nos hace sentir valorados, especiales e importantes. Y tus hijos quieren verte feliz.
- Lee con ellos. Para animar a la lectura, lo mejor es practicar con el ejemplo. Si son buenos lectores casi con toda seguridad serán buenos estudiantes.
- Ten paciencia. Como decía mi abuela: “la paciencia es la madre de la ciencia” y “no hay bebé que llore eternamente”. Respira, cálmate y relájate.
- Dialoga con ellos. Dialogar consiste en hablar, pero también en escuchar. Si escuchas a tus hijos les conocerás, sabrás como piensan y que sienten, les harás sentir valorados y te ganarás su cariño. Establece un buen cauce de comunicación e interésate por lo que te cuentan. Pregúntales cómo les ha ido el día y escucha atentamente su respuesta. No olvides hablarles también de ti y de como eras cuando tenías su edad, de la historia de su familia y de vuestros antepasados.
- No los sobreprotejas. Sin duda, un padre debe ser una figura protectora y que aporte seguridad. Por eso es importante que tus hijos sepan que vas a ayudarles y a estar a su lado de forma incondicional, pero todos necesitamos aprender de nuestros errores. Déjales experimentar.
- Sé empático. Ponte en su lugar, y piensa como eras tú a su edad: seguro que también eras inquieto y no eras perfecto. Trata de comprenderles y acepta sus errores. No olvides que los tiempos cambian, y que tus hijos no son tú.
- Debes estar presente en los momentos importantes. Celebra su cumpleaños, acude a verles si hacen una obra de teatro, no te pierdas sus partidos, acompáñales el primer día de colegio o cuando tengan un hijo... Organiza tu horario y no te pierdas nada, sé constante, porque ellos necesitan que tú estés ahí.
- Valora su trabajo y muestra interés. A los hijos de cualquier edad es imprescindible mostrarles nuestro reconocimiento y nuestro orgullo por sus logros. Valora sus dibujos, sus deberes, sus calificaciones escolares, sus creaciones, sus decisiones... y prémiales con tu afecto, no sólo con cosas materiales.
- Edúcales. No delegues en nadie esta responsabilidad. No basta con alimentar a tus hijos: tienes que enseñarles a comer bien y el protocolo en la mesa, a lavarse los dientes, a montar en bicicleta, a vestirse correctamente, a arreglar las cosas, a cocinar, a ser buenas personas, a cuidar a sus amigos, a pescar, a afeitarse si son chicos...
- Viaja con tus hijos. No les dejes en casa cuando vayas de vacaciones: será una experiencia inolvidable, lúdica y educativa.
- Ríñeles y castígales con respeto. Tienes que ejercer con ellos una disciplina y educarles, pero nunca seas cruel ni les hagas daño porque te tendrán miedo. Apoya a su madre o a su maestro cuando les impongan un castigo.
- No les grites. No alces la voz, tengan la edad que tengan. Sólo conseguirás acelerar tu pulso y enfurecerte más, y ellos no te escucharán. Cuando alguien grita sólo prestamos atención al volumen y no al contenido. No pierdas el control o perderás su respeto.
- Nunca te muestres violento, y menos aún en su presencia. Y no me refiero sólo a no ser violento con ellos o con su madre (es obvio que eso está prohibido), sino a que no seas violento con nadie: ni con ese taxista que se salta un stop, ni con el equipo rival, ni cuando alguien discuta contigo...
- Sé un buen ejemplo para ellos. Ten cuidado con el alcohol y el tabaco, sé cortés y respetuoso, enséñales el significado del honor, colabora en las tareas del hogar... Trata siempre a su madre con respeto, apóyala en sus decisiones y no les digas nada negativo sobre ella.
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