Rico,
barato, sabroso... ¡Y a los niños les encanta! ¿Se puede pedir
más?
Primero,
hago a la plancha los filetes de pechuga de pollo, y los voy
colocando en una fuente que pueda ir al horno.
En
la misma sartén en la que hice el pollo tuesto una lata de paté,
y cuando se ha empezado a oscurecer añado un brick pequeño de
nata líquida para cocinar, removiéndolo hasta que empiece a
hervir.
Vierto
la salsa sobre el pollo, y espolvoreo queso
rallado por encima.
Este
plato es perfecto para dejarlo preparado con antelación en la
nevera: justo antes de comer se mete en el horno para gratinarlo y ya
está calentito y listo para comer.
Suelo
servirlo acompañado de una ensalada, tomates horneados, arroz blanco
o patatas.
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