Con
la situación económica y laboral actual, son muchos los que se
plantean convertirse en emprendedores e iniciar una aventura
laboral de autoempleo.
Cada
vez más, me encuentro con personas que me comentan que han visto un
alquiler “barato”, que hay un local aquí o allá equipado que no
requiere de inversión, que si se hacen autónomos ahora “sólo”
pagarán 50 euros, que han salido unas ayudas... ¡Y yo tiemblo! Hace
ya varios años cogí un traspaso de un pequeño comercio, pero
aunque acudí a los puntos de asesoramiento a emprendedores y a todos
los recursos existentes para tratar de formarme e informarme, lo
cierto es que sólo recibía palmaditas en la espalda, sonrisas y
ánimos, que consiguieron que me lanzara de cabeza al negocio con los
ojos vendados y sin unas perspectivas realmente realistas... y,
evidentemente, en esta primera aventura empresarial, me estrellé
(como tantísimos otros)
1
- A la hora de emprender, lo primero es ser realista y
buscar un negocio que se adapte a nuestras necesidades y
conocimientos: ¿en qué horario puedo trabajar? (ten en cuenta
los horarios de tus hijos, si dispones de ayuda...), ¿qué sé
hacer?, ¿qué formación necesito? Quizá sería útil conseguir
primero el carnet de manipulador de alimentos, o hacer un curso de
dinamización de empresas, aprender algo de informática o de
contabilidad básica... en el servicio público de empleo o en tu
ayuntamiento podrán informarte sobre los cursos gratuitos
disponibles.
2
- Una vez que tengas claro cual será tu negocio en función de tu
disponibilidad, tus capacidades y tu formación, el dinero del
que disponemos para invertir es un dato imprescindible para
elaborar un buen plan de negocio. Sin dinero, no hay nada que hacer.
La mayoría de los desempleados no tienen una cuenta corriente “muy
boyante”, así que habrá recurrir al banco para saber hasta
donde está dispuesto a ayudarnos: puedes pedir un crédito ICO, una
ampliación de tu hipoteca, un préstamo personal, conseguir que una
persona solvente te avale o sea tu socio... Calcula bien cual será
tu presupuesto disponible,
y separa lo necesario para mantenerte “a flote” al menos los tres
primeros meses: el resto podrás invertirlo, pero nunca empieces un
negocio con tu cuenta corriente vacía.
3
– Comienza a elaborar tu plan de empresa en una hoja de cálculo,
detallando todos los gastos de inicio, los gastos mensuales fijos y los gastos variables según las ventas (teniendo en cuenta
todos los gastos anuales o trimestrales prorrateados), el horario
de apertura, la estrategia que seguirás para publicitarte,
los ingresos que necesitarás para que sea una iniciativa
viable... Cuando acabes, repasa varias veces los gastos, tratando de economizar todo lo posible, anulado los gastos superflúos e innecesarios.
4
– Ahora sí, sabiendo el presupuesto de que dispones para el
alquiler y las características de tu plan, puedes comenzar a buscar
un local o una oficina que
se adapte a tus necesidades. Los metros cuadrados de que disponga y
el que esté acondicionado son datos importantes, pero lo más
interesante es la ubicación.
Y
las bonificaciones, ayudas, subvenciones... eso es lo último de la
lista. Pide todas las que puedas, pero no cuentes con ellas a la hora
de elaborar tu plan de negocio. Las bonificaciones son temporales y
perfectas para arrancar, pero sólo pagarás la cuota reducida de
autónomos durante los 6 primeros meses y si tus cálculos no son
realistas sólo conseguirás acumular deudas. Las ayudas y
subvenciones no son inmediatas (desde que presentas la solicitud
puedes tardar muchos meses e incluso más de un año en cobrarlas), y
suelen requerir de unos plazos mínimos (por ejemplo, te piden que
mantengas la actividad en funcionamiento durante dos años o sino
tendrías que devolverla)
En
próximas entradas en mi blog seguiré explicando cómo emprender un
negocio de autoempleo y no “morir” en el intento.
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